jueves, 10 de octubre de 2013

DOS CUENTOS, CONCIERTOS GRATIS E INVITACIÓN A COMILONA ¿QUÉ MÁS SE PUEDE PEDIR?

Entre los festivales de música antigua más prestigiosos del país, uno de los que mayor fama tienen tanto por su calidad como por el marco en que se realiza, es el que sucede en el mes de octubre en Tepotzotlán. No es difícil definir el despertar de la mente cuando entre los retablos dorados de la nave mayor de nuestro portentoso templo de San Francisco Javier se comienzan a escuchar los primeros sonidos de los instrumentos que se afinan como promesa de conciertos: un despertar de los sentidos. Este año, el decimocuarto de existencia, el festival se muestra por demás interesante, al presentarnos una serie de piezas del siglo xviii compuestas para los bailes y que se rescataron del llamado Manuscrito de Chalco, una oportunidad para acercarse a la música profana de esos siglos tan lastimados por la rigidez de la iglesia. Los conciertos, que por si fuera poco son gratuitos, se llevan a cabo del 5 al 27 de octubre, los sábados a las 18:00 horas y los domingos las 13:00 horas. Se acompañarán los conciertos con sendo coloquio que abundará en los temas y causas del dicho manuscrito. Así que Chalco llega a Tepotzotlán y la música, arte divino, es el vehículo perfecto. Para los muchos interesados visiten la nueva página del Museo del Virreinato http://www.virreinato.inah.gob.mx. Asistan y divulguen la cultura en nuestro pueblo. A los visitantes y campistas de El Sitio Maya se les puede llevar e incluso guiar a estos conciertos. Llama al 0445554140253 para que te demos informes.
 

Y en cuanto termine el musical mes de octubre, señores y señoras, prepárense para la comilona. Ya está en puerta la afamada Feria Regional de Gastronomía Tradicional en su cuarta emisión que es casi una fiesta patronal por estar dedicada a la diosa de diosas: Mayahuel, numen del maguey y su encarnación entre los nahuas. Así que los platillos y demás viandas que se presentarán este año tendrán como base de realización al milagroso maguey y así tendrá el público la oportunidad de conocer las bondades gastronómicas y económicas de esta hermosa planta, símbolo nacional, que para nuestra desgracia está en vías de extinción. Ni más ni menos que la fuente de la bebida de los dioses: el pulque. Y base escencial de los platillos insignes de nuestro municipio tal como la barbacoa o los riquísimos mixiotes de carnero.
Escenas de una borrachera prehispánica. Bebiendo pulque en honor a Mayahuel
Y es precisamente con los Mixiotes de Carnero que este año participará El Sitio Maya ofreciendo su inigualable receta heredada con los años de nuestras bisabuelas hasta nosotros, aún hechos en hoja de maguey llamada por nuestros antepasados xiotl, siendo la etimología de este delicioso guiso Mexiote, de metl que es Maguey, xiotl la penca y tetl piedra, p"iedra envuelta en penca de maguey" o "envoltorio de maguey". Además de la muestra gastronómica, habrá conferencias, obras de teatro y conciertos al aire libre. En fin, ya les daremos más noticias en la siguiente entrega, pero no queremos pasar la oportunidad de divulgar de una vez este tremendo evento que con esfuerzo y dedicación llevan a cabo en el Museo Nacional del Virreinato, en especial María Concepción Vázquez Vargas, quien está empeñada en ofrecer una feria de calidad a la gente del municipio de Tepotzotlán. Así que asistan y corran la voz para que este años también resulte un éxito rotundo.
 
 
 
 
DOS CUENTOS
Como bien se sabe, quedaron rezagados dos cuentos de aquellos que merecieron mención especial dentro de la premiación del  Primer Concurso Literario para Niños y Jóvenes San Miguel Cañadas 2013. Ambos cuentos fueron distinguidos por su sólido contenido literario, aunque se restringió el premio por ser sus autores mayores a los 17 años, edad límite para participar en el evento. Asimismo, decidimos publicarlos en este apartado pues su temática y tono es distinta a los cuentos de los jóvenes escritores y escritoras, cuestión que no necesita mayores explicaciones sólo la de recordar que el mundo de los adultos es siempre nutrido por truculencias que aún son ajenas —o por lo menos así lo queremos pensar— a la mayoría de las almas infantiles. Esperamos gocen de la lectura de ambos trabajos y que les sea tan iluminadora como a nosotros. El primer texto, Sí, señor, es un poema libre en tono de blues que nos llega con estridente voz y con aromas de puerto, Boca de Lima, Gutiérrez Zamora, Veracruz, la patria chica del autor de los versos: Humberto Pérez del Ángel. Seguido es este blues por una tonada oscura, un caleidoscopio de púrpuras y violetas, un escenario de maldades, una hora de lobos; la truculencia, la misma oscuridad se encarnan en los personajes del relato El Viejo que nos cuenta la izcallteca Angélica N. Millán Heredia, promesa que puede llegar a tejer una prosa muy interesante y en esta narración da cuenta de ello.
 
 
!Sí, Señor¡
Humberto Pérez del Ángel
 
He pelado gatos negros…
Confieso que nací en una noche  obscura de marzo,
aquí, cerca del Jorobado,
sí, señor…aunque lo hice cuando hubo luna llena en marzo.
Estos gatos los pelé al saber del asesinato
de mi hermano en junio de ´91
a manos de una estúpida amistad de San Miguel.
—caray estoy fuera de tiempo y concurso—
De haber pensado todo esto
lo habría versado en son;
pero hasta ahora mi oportunidad de acepción.
¡Y así sólo un blues!
Mi madre linda siempre dijo
un rayo de luz para tu camino…
Cuídate mucho…
Al hermano: no hagas amistades pendejas…
Te matarán.
Quien diría, aquí, ahora, hasta comiendo hongos azules
y de otro color…
He pelado gatos negros…
Confieso que nací una noche de marzo…
Una noche oscura,
Inusual, al final del mes…
Y de castigo…de castigo la biblioteca
con las manos llenas de tinta
¡!!Ah ah  ah!!!
¡Pero qué cosas encontré!
¡Ahora hasta me tienen aquí! Subido en el Jorobado
Puedo ver el tamaño de todos…
También el tuyo…
Este corto; pero estás  vivo
Y puedo decirte  ¡Vamos!  ¡Vamos!
Necesitas un gran esfuerzo para alcanzarme…
Solo es para animarte…
Hongos azules y de otro color, además caca de chango…
He pelado gatos negros…
Avísenle a la mamá de Paquito que siempre seremos amigos
Por ahora se me acabó la tinta…
¡Ah, cabrón! Estoy en la Pc…
 
 
El viejo
Angélica N. Millán Heredia
“Es que no siempre es fácil mirar hacia adelante. En ocasiones me sentía solo. Pesaba mucho que saliera el sol a diario porque siempre supe que iba a recordarlos…”
Decía mi tío Ram:
“Fíjate que antes de conocer a tu tía Concha yo era más que feliz, sabía que a pesar de tener los problemas familiares comunes de estos y otros tiempos, yo siempre tenía guardada una sonrisa para cada hora del día. No era muy guapo, bueno al menos así me sentía, pero en mi cabeza yo sabía que era capaz de conseguir a la mujer que se me antojara en el momento, a mí nunca se me dio el “no”. Desafortunadamente mi madre nos había abandonado, como bien lo sabes, cuando yo tenía 14 años. Mi padre que poco sabía de la vida fuera del trabajo, nunca quiso volver a casarse y no quiso aventurarse a ver por sus hijas de 8 y 6, así que lanzó una moneda al aire y decidió el futuro de mis hermanas al azar, si era sol se quedaban a trabajar para contribuir a la casa, si era águila las mandaba con tía Evangelina para que se encargara de ellas y su educación. Así que mis hermanas crecieron apartadas de mí y de mi padre.
“Como era de suponerse, yo trabajaría como asno hasta que creciera y encontrara una buena mujer para irme de casa y dejar que mi padre muriera en paz. Queda claro que uno siempre debe de ver a los padres como una gran incógnita, sabe Dios cómo les maquina el coco, porque uno nunca puede entenderlos. Y es que por alguna extraña razón a mi padre le remordió la conciencia y un día de tantos decidió que yo también debía ser “algo” o “alguien” reconocido y de bien, así que me mando a estudiar con todo su esfuerzo y culpa. Fue en la universidad donde conocí a Concha, Felicia, Jan y Andrés.
“Andrés, Felicia y yo estábamos en la carrera de economía en Saint Andrews, en Fife. Mientras Concha y Jan se dedicaban a las ciencias sin fin, así les decía yo a las ciencias de la salud, porque ¿sabes?, el campo de la naturaleza es tan grande y misterioso que ni todos los hombres que pisaron la tierra han podido entenderla y por tanto su estudio jamás acabará. Por supuesto que mi historia de cómo llegué en Saint Andrews fue dura. En cambio la historia de mis amigos no lo era, sus familias eran bien posicionadas social y económicamente. Andrés, por ejemplo, era hijo único y con más dinero del que pudieras imaginar, así que su padre le escogió la carrera de economista para seguir el legado de su familia, caso muy distinto al de Felicia que se había empeñado en estudiar economía porque más que todo era una feroz feminista que quería ir siempre en oposición a lo que su padre le ordenaba. Jan nunca quiso contarnos cómo llego a la universidad y el porqué de estudiar medicina, a diferencia de mi amada Concha que siempre decía que ella había nacido para curar.
“Concha era de mediana estatura, con cabellos ébanos, fríos ojos azules, piel pálida y labios gruesos, rasgos toscos, lo contrario a Felicia, ella muy alta, muy delgada, muy fina, muy frágil. Desde un principio yo me enamoré de Concha, sólo que me daba pena que alguien tan “masculina” pudiera ser mi pareja, ¡caramba! es que podríamos haber pasado por dos hombres tomados de la mano y eso la sociedad siempre lo ve mal. Así que decidí ir tras Felicia, total, era hermosa, tan deseable, que pensé que podría acallar mis deseos por Concha. Pero nunca imaginé como habríamos de terminar. Andrés era mi mejor amigo y los dos andábamos tras Feli, Jan era tío de Andrés, por eso lo conocimos y casualmente Concha se moría por Jan, así que eran muy comunes nuestras reuniones después de clases ¡Si! Los cinco nos veíamos bien, los cinco nos hicimos grandes amigos. Íbamos siempre a un bar a diez cuadras de la universidad y tomábamos cuatro jarras de auténtica cerveza de barril y a veces cuando solo íbamos los chicos bebíamos whisky. Con el tiempo Felicia se decidió a andar conmigo, Jan se hartó de la insistencia de Concha y se decidió a darle el sí, por tanto mi amigo Andrés salía sobrando en las reuniones, o bueno al menos eso creía yo. Pues resulta ser, amiguito mío, que dos años después descubrí que Jan había aceptado salir con Concha para ocultar la relación que sostuvo desde hacía muchos años con su propio sobrino, con mi amigo Andrés.
“Eso lo descubrí un día cuando terminé de hacerle el amor a Concha en el cuarto donde almacenaban el mobiliario viejo de la escuela. Andrés y Jan entraron al mismo cuarto besándose los labios donde yo yacía junto al cuerpo tosco, desnudo y pálido de Concha que se sentía tan abandonada y humillada por el propio Jan y a quien yo me había encargado de llenarla de placer en el último año. Aún recuerdo la escena como si cada día la viera de nuevo; sentía lo que pensé no me costaría tanto dejar atrás…
    ¿Ustedes?— dije—. ¿No tienen idea de lo grotesco que es esto? Son familia, es el hijo de tu hermana ¡Por Dios!
“Jan me miraba con ojos retadores y a la vez con actitud de indiferencia hacia lo que yo pensara. En tanto Andrés no podía ni sostenerme la mirada y se ocultó como un niño lo hace bajo las faldas de su madre. Concha soltó grandes, pesadas lágrimas porque amaba a Jan tanto como yo la amaba a ella. Se acercó a él y con la furia que sólo una mujer humillada sabe hacerlo, bofeteo a Jan hasta quemarse las palmas. Recuerdo que al día siguiente Andrés fue a buscarme personalmente a mi habitación, entró alterado, más que como estaba la noche anterior, su cuerpo entero temblaba y le caían gotas grandes de sudor del rostro.
    Quii quiii quiii quiero que te mantengas con la boca cerrada— me dijo tartamudeando—. Y quiero que me perdones, amigo…
“Se soltó a llorar y se postró ante mis pies besando mis zapatos.
    Nunca quise lastimarte, yo sabía lo mucho que amabas a Concha, nunca quisimos meterla en esto, pero es que Jan insistió tanto y yo….
    ¡Cállate! No quiero ni que la nombres, ustedes no tienen perdón de Dios, si es que lo hay, amigo. Yo te quiero, pero será mejor que te vayas antes de que el dolor y la ira maten lo poco que queda de nuestra amistad.
“Concha sentía tanta vergüenza, tanta humillación, dolor y enojo. Creo que esta es una de las ofensas más grandes que se le puede hacer a una mujer. Mira que ser engañada y sustituida por un hombre. Ha de ser doble toda la bola de sentimientos. Por supuesto, yo dejé a Felicia dados los acontecimientos, la dejé justo meses antes de casarnos. Tenía que pasar lo que tenía que pasar, ella se enamoró de mí, y creo que en algún momento yo también lo hice, era natural después de más de 2 años y me la había cogido tantas veces. Especialmente de noche, cuando se metía a mi dormitorio, nos encantaba burlar a las autoridades de la escuela para estar juntos. Quedó embarazada. Fue por eso que planeamos casarnos una vez termináramos la carrera. No te miento, amiguito mío, creí que podía llegar a ser feliz con Feli, pero muy dentro de mi seguía amando a Concha, como desde el primer momento en que la vi.
“Concha claro que estaba confundida y yo me aproveche de esa confusión que me llevó a este pesar del cual me quejo todos los días. Yo no perdí la oportunidad y me casé con tu tía Concha, haciendo a un lado el desprecio de Felicia y la insoportable habladuría de la gente por la apariencia masculina de Concha. Hice a un lado la pena y a mi hijo. Ella era lo que yo amaba y quería desesperadamente que fuera mía para siempre. Nunca imaginé que dentro de su cabeza quedara muy clavada la imagen de traición del hombre al que amó y en su corazón hundido el sabor amargo de la humillación que había soportado por años. Se casó conmigo pero sólo con sed de venganza, ella se encargó de pasarme todo lo que había sufrido, se comportaba como loca, tenía amantes, en su mayoría mujeres, mujeres muy atractivas, nunca volvió a mirarme a los ojos después de que nos casamos, nunca más volví a cogérmela, no me dejaba ni que me acercara a ella, se hizo paranoica, tenía cambios de personalidad y me culpaba de todos sus males. Nunca entendí porqué accedió en aquellos tiempos a sostener relaciones conmigo.
“Ahogado en la soledad a la que Concha me condenó, decidí ir a ver a Felicia para intentar convencerla de que me dejara conocer a mi hijo. No imaginé que Concha me seguiría hasta donde vivía Feli. Entonces siempre que iba a ver a mi hijo, sentía que ella me seguía. Con el tiempo fui creciendo, reflexionando en todo el amor que me perdí al no estar con mi hijo desde un principio. Siempre llegaba a casa y le contaba a Concha lo bello que se estaba poniendo mi niño y lo mucho que lo amaba, ella no me prestaba atención porque ya la tenía un médico especialista bajo tratamiento que le ponía bruta, o bueno eso me hacía creer. Pero así podía, al menos, acercarme a ella, contemplarla y darme cuenta de todo el daño que le habíamos ocasionado no sólo Jan, sino yo “por amor”. Jan había dañado tanto a Concha que terminó aquí, así, loca, y yo el daño que le hice a Feli a mi propio hijo al estar creciendo sin padre.
“Así pasamos años tras años con la misma rutina, yo culpándome todas las mañanas por mis errores, arrepintiéndome por mis temores, amando a quien nunca me amó y tratando de parchar los daños yendo por las tardes a ver a mi hijo. Fue entonces que un otoño, sin que nadie la viera, Concha se escapó de la casa, llegó hasta la casa de Felicia y entró al cuarto de mi hijo. Le contempló por varios minutos, tocó lo suave de su piel, admiró su tranquilo sueño y luego envidió su paz, su inocencia, su libertad, vio que no cargaba cruz alguna, sus pensamientos eran puros, su levedad que irritaba su ser… y entonces le cortó uno a uno sus pequeños dedos para después clavarle en el pecho una daga. Esa misma tarde, fue hasta mi oficina y con la misma daga que usó para matar a mi hijo, se desnudó y cortó su cuello grueso y pálido diciéndome: El amor es la ciencia sin fin más peligrosa que la tierra haya conocido… Y cayó muerta ante mí emanando dolores, dolores producidos por el sentimiento tan hermoso que es el amor, pero tan peligroso que puede acabar con vidas, con vidas inocentes...”
En el vacío de su mirada sequé las lágrimas de mi tío. Al mismo tiempo intentaba asimilar la historia más aterradora que me hubiese contado jamás.
— Señor Brown, la hora de visitas ha terminado—
Me dijo la enfermera.
— Po po po por supuesto, se se señorita, ahora mismo me me me me despido— dije.
Me perdí leyendo las palabras: paciente Jan R. Brown del letrero de la cabecera acolchonada. Besé la frente del viejo y por última vez intenté encontrar razones en sus ojos grises y cansados. No las hallé. Salí por la puerta principal cruzando el letrero de “Hospital psiquiátrico de Saint Andrews” y preguntándome porqué mi terapeuta me había convencido de enfrentarme con él ¿qué quería obtener con esto? ¿Dejarme más tartamudo de lo que estaba? Me enfurecí ante la idea.
— ¿Andrés, cómo te fue?
Preguntó mi esposa, mientras me subía al coche donde ella me había estado esperando.
—Bi bi bi bien Felicia.
    Qué bien, entonces yo me quedaré a cuidar a Ram por la noche, debo aprovechar el tiempo que pueda para estar junto a él, antes de que el bebé nazca. Avanzado mi embarazo me será imposible venir
Dijo Felicia en tono burlón y sonrojándose al decir la palabra “noche”, ella tan alta, tan delgada, tan frágil. Aún no hay día en que no pueda dejar de recordarlos… Mi tío Ram me ocasionó el dolor más grande que pudiera sentir, abusó de mi por casi 6 años y mi madre, Concha Brown, que al entrar a la habitación lo descubrió por primera vez, no resistió tal dolor, me abandonó, suicidándose al día siguiente. Nunca entendí por qué, nunca entendí por qué a Felicia le gustaba tanto ir a cuidar al tío Ram, especialmente por las noches: ¡nunca entendía nada! Me decía siempre Felicia.
Felicia condujo hasta dejarme en la avenida Roost, entré al edificio alto del frente, mientras pensaba: ¿Qué razones intentó darme el viejo Ram contándome esa historia sin que yo se la pidiera? No lo sé, pero de algo estoy seguro, él tampoco nunca entendió nada.
    ¡Señor Brown! Es el siguiente, su terapeuta lo espera.
 
 
 
 
 
 
 
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